Lógicamente todos los países gobernados por estructuras religiosas, suelen ser sumamente reaccionarios. Las religiones suelen ser inmutables y cambiar algo en ellas que está establecido en sus dogmas es casi imposible. Un ejemplo claro en la iglesia católica es el tema del casamiento no permitido de los curas, que ha generado entre otras cosas, miles de casos de pedofilia. También a nivel país, recientemente el gobierno ultraderechista de Irán, manejado por religiosos, ha procesado a un grupo de jóvenes por el "grave delito" de crear un video en el que bailan y subirlo a youtube. Hechos tan absurdos, ambos en pleno siglo XXI nos dan una clara muestra del desastre que es la religión,cualquiera sea su nombre, actuando sobre una sociedad. El Papa Francisco, a pesar de ser parte de la estructura conservadora, es una persona inteligente y se ha dado cuenta que o se hacen cambios en la estructura arcaica de la iglesia o en el mediano y largo plazo quien pierde es la misma iglesia, porque las nuevas generaciones como es lógico que suceda, tienden a tener mentes más abiertas y a alejarse de quienes no realizan cambios, que al menos en parte, se aproximen a su visión del mundo. Los sectores más reaccionarios del Vaticano por su parte, enfrentan ahora los intentos de Francisco I, de traer algo de luz a las tinieblas del Vaticano
Tanto por la elección de sus viajes fuera y dentro de Italia –Corea, Albania, Lampedusa, Calabria…-- como por sus mensajes recurrentes –“quiero una Iglesia pobre y para los pobres, una Iglesia que sea un hospital de campaña para tanta gente herida que nos pide cercanía”--, el papa Francisco sigue fiel a la idea de acercar el Vaticano hacia “las periferias del mundo”. Pero mientras que en sus viajes lo va consiguiendo –hoy visita Albania y en su hoja de ruta ya están Turquía, Filipinas y Sri Lanka--, sus aspiraciones reformistas encuentran cada vez más oposición entre los sectores conservadores de la Curia. El ejemplo más candente es el debate sobre la posibilidad de permitir el sacramento de la comunión a los divorciados que se hayan vuelto a casar.
Mientras que Jorge Mario Bergoglio, a través de cardenal alemán Walter Kasper, se muestra dispuesto a recibir con un abrazo a una legión de hijos pródigos –“todo pecado puede ser perdonado, también el divorcio”--, un grupo de cinco cardenales con notable peso en la Curia ha salido de las sombras de la oposición al papa Francisco y lo han desafiado abiertamente. El poderoso cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio--, y otros cuatro purpurados –un estadounidense, otro alemán y dos italianos—han anunciado la publicación de un libro, Permanecer en la verdad de Cristo, en el que dejan meridianamente clara su oposición a que los divorciados vueltos a casar puedan regresar a los sacramentos, tal como parece desear Francisco. “Está en juego la ley divina”, explica el cardenal Velasio De Paolis, uno de los coautores, “la indisolubilidad del matrimonio es una ley proclamada directamente por Jesús y confirmada muchas veces por la Iglesia. El matrimonio entre bautizados no puede ser disuelto por ninguna autoridad humana, solo por la muerte”. Por si no quedara clara la voluntad de los cinco cardenales de boicotear la apertura de Bergoglio, el libro se publicará el primero de octubre, solo cuatro días antes de que dé comienzo el sínodo sobre la Familia, cuya inauguración el Papa ha encargado al cardenal reformista Kasper y en el que por primera vez, junto a más de 200 cardenales y obispos, participarán también 14 matrimonios.
Con un ambiente así, no es de extrañar que Jorge Mario Bergoglio haya querido que su visita a Albania solo dure una jornada. Según expresó durante una audiencia general en la plaza de San Pedro, decidió el viaje “porque es un país que ha sufrido mucho a causa de un terrible régimen ateo y ahora está realizando una pacífica convivencia entre sus diferentes componentes religiosos”. Como ya es habitual en sus viajes, Francisco mantendrá encuentros con líderes de otras religiones.
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