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martes, 15 de julio de 2014

C. GARDEL: MAS DATOS SOBRE SU PERSONA

Aunque su existencia ya era conocida hace 2 años, el misterioso origen del "prontuario" de Gardel de 1915 seguía sin develarse. El diario montevideano El País habló con la propietaria del documento, cuyo original pasó ahora a manos de la Intendencia de Tacuarembó.



"Policía de la Provincia de Buenos Aires, Comisaría de Investigaciones, Prontuario Gardel, Carlos - El pive Carlitos", N° 25.310, La Plata, agosto 14 del año 1915". Así se establece en la tapa del documento adquirido el pasado mes de mayo por la Intendencia de Tacuarembó.

Este documento -que está por cumplir 100 años de antigüedad- destaca al final que Gardel era "sindicado como estafador por medio del cuento del tío". Pero, con ser anecdótico, ése no es el dato más relevante que aparece en el "prontuario", sino la fecha de nacimiento que el cantante declara: 11 de diciembre de 1887; esto es, tres años antes de que naciera su alter ego, Charles Romuald Gardes.

Este el papel oficial más antiguo que se conoce y que fortalece la tesis uruguaya de la nacionalidad del Mago.

Por recomendación de la historiadora argentina Martina Iñíguez, la comuna tacuaremboense adquirió el documento original -algo ajado y descolorido- a la Sra. Graciela Rocco, de Buenos Aires, por la suma de US$ 4.000.

El encargado de realizar la transacción fue el director general de Cultura de la comuna local, Carlos Arezo.

Cuando El País lo consultó, en un principio Arezo se mostró reticente a divulgar detalles de cómo había llegado a sus manos un documento de esa naturaleza, de cuya existencia no se había tenido noticia durante decenas de años. Arezo sólo dijo que, en la transacción, había intervenido la historiadora argentina Iñíguez -muy respetada por los gardelianos uruguayos- y que el documento había sido sometido al análisis de dos peritos argentinos: Juan José Fenoglio y Raúl Torre.

Fenoglio (médico legista) y Torre (comisario de Policía) no parecían fuentes alejadas de todo interés en el tema. En 2006, ambos habían publicado un libro titulado "Investigación criminalística sobre Carlos Gardel".

Otro investigador de Gardel -el santafecino Juan Carlos Bieler, consultado por El País- recordó que "en 2003 escuché al comisario Torre en un congreso que organizó el `francesista` Centro de Estudios Gardelianos, donde expuso un análisis caligráfico" del cantante. "La argumentación fue inconsistente y hasta imposible de convencer", dijo Bieler.

Arezo, en cambio, no parecía tener dudas sobre la calidad del peritaje de Torre y Fenoglio; sin embargo, y por si acaso, encargó otro informe en Uruguay, a Gonzalo Vázquez Gabor, perito criminalístico de la Dirección Nacional de Policía Científica. El informe de Vázquez Gabor concluyó que "el documento no presenta indicios de alteraciones dolosas ni signos delatores de reproducción. Existe correspondencia entre la antigüedad del papel con la fecha de expedido, y veracidad tanto en las firmas y huellas estampadas como en la degradación de las tintas utilizadas en los sellos".
¿Cómo apareció?

Quedando así sustanciada esa duda sobre la originalidad del documento, otro misterio seguía en pie: ¿Quién descubrió este pronturario, y quién era su propietario original que lo mantuvo oculto?

Arezo, después de algunas vacilaciones, indicó que la dueña era "una particular argentina, la Sra. Graciela Recco" (sic), de quien solo tenía algunas vagas referencias, como que había recibido una herencia de un tío, a principios de la década de 1990. El documento estaba entre los bienes legados.

Consultado si él había conocido a esta mujer, Arezo dijo que tuvo un encuentro, en el momento de la transacción, "en un café de Buenos Aires".

Una búsqueda en Google del nombre "Graciela Recco" arrojó pocos resultados: todos ellos en referencias al citado prontuario de Gardel, pero ningún dato independiente que pudiera dar otra señal de su existencia.

Como la primera luz sobre el prontuario la había proporcionado la historiadora Iñíguez, El País habló con ella para acceder a algún modo de contacto con "Graciela Recco".

"No es Recco", dijo Iñíguez. "Es Rocco. Graciela Rocco". (Un dato que Carlos Arezo debería tener en cuenta, en caso de que vuelva a encontrar a la señora "en un café de Buenos Aires").

La heredera.

Una dirección de e-mail facilitada por Iñíguez permitió a El País iniciar una correspondencia con Graciela Rocco para conocer detalles de esa herencia y de ese impreciso tío que tenía en su poder el prontuario del año 1915.

Algunos días después de enviado el correo, llegó la respuesta esperada. El comienzo no era muy alentador:

"Le pido mil disculpas por no haber escrito antes. Mi nieto ha tenido una bronquitis muy fuerte y ha sido prioridad su salud. Ahora que se está recuperando, puedo sentarme en la compu", decía la introducción.

"Puedo responder a todas sus preguntas sin ningún inconveniente. Soy hija única, estoy casada hace 37 años en primeras nupcias y únicas con Daniel Carpel. Tengo una hija y un nieto. Soy docente, pero siempre trabajé en entidades bancarias como cajera".

"Tengo varios profesorados que no vienen al caso, no soy amiga de los títulos, ya le expliqué que me gustan las humanidades, por lo tanto al ego le doy poca importancia", continuaba, antes de entrar en materia.

"Mi tía, Elsa Panzeri, hermana de mi madre, estaba casada con Federico De Marinis; no tuvieron hijos, y antes de fallecer hicieron un testamento a mi favor pues fui la única que los cuidó. A su vez, mi tía que falleció después, hizo otro documento de donación con cláusula de usufructo sobre un inmueble y todo lo que había en él, como dice el escrito".

"Al tomar posesión (del inmueble), había un secrétaire antiguo que desde niña yo amaba y admiraba. Allí escribía mi tío con pluma y tintero; ya se dará cuenta de qué época hablo. Cuando lo abrimos mi esposo y yo, descubrimos una madera que escondía un doble fondo y allí estaba el escrito al que se refiere usted y un álbum de discos de pasta con estampillas originales. Así llegó a mis manos a principios de los años noventa. No sé por qué estaba allí, ni cómo llegó. Supongo que mi tío sí lo sabía, él era gardeliano. A mí nada me une al tango, aunque lo respeto. Mi fuerte es la música clásica de todos los tiempos"... (sigue un relato de sus gustos musicales que no viene a cuento en esta crónica sobre Gardel).

"Quise conectarme con gente argentina allegada al tango -continúa el mail- para mostrarles mi hallazgo, y me trataron muy mal. Entonces guardé hasta hace muy poco el documento".

Luego de ver en reiteradas oportunidades a Martina Iñíguez en los medios televisivos argentinos, defendiendo la tesis uruguaya de la nacionalidad de Carlos Gardel, Graciela Rocco se contactó con la historiadora para ofrecérselo.

"La verdad es que estoy muy feliz de que dicho documento esté ahora en Tacuarembó", expresó Rocco. "Pienso que está en buenas manos; es más, me gustaría visitar (el museo de Gardel en Tacuarembó) en algún momento. Le confieso que me apenó separarme de él; deseo que lo cuiden, lo valoren y le den la utilidad que se merece. Acá no fue así", concluyó la señora, antes de despedirse con una disculpa:

"Si no expliqué bien o no respondí bien a algunas de sus preguntas, hágamelo saber. No tengo experiencia en medios".
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Exposición.

Quizás algo inquieto por las dudas que El País le había expresado sobre el documento que la Intendencia de Tacuarembó había comprado por la suma de US$ 4.000, el propio Carlos Arezo tomó una decisión: "El lunes voy a ir a Montevideo y les llevo el documento original, para que ustedes lo vean", dijo.

Llegó el lunes, y llegó el martes, y Arezo no llegó.

Pero el miércoles, apareció como había prometido. En un maletín negro traía el prontuario de Gardel (cuyas páginas se reproducen a la izquierda). Y anunció que, a mediados de diciembre, el documento quedará en exhibición en el Museo de Tacuarembó.


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