La canciller alemana, Angela Merkel, apoyó públicamente al candidato socialdemócrata en las últimas elecciones europeas, el alemán Martin Schulz, para la presidencia del Parlamento Europeo, puesto que ocupa desde 2012. En la rueda de prensa que siguió a su encuentro en Berlín con el primer ministro de Estonia, Taavi Rõivas, al ser preguntada al respecto la canciller explicó que ha llegado a este acuerdo con el Partido Socialdemócrata alemán (SPD), su socio minoritario en el Gobierno alemán.
Además recalcó que su bloque conservador, formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU), tiene prioridad dentro del Gobierno para designar al comisario alemán, teniendo en cuenta el peso específico de cada partido en el Ejecutivo alemán y los últimos resultados electorales.
La canciller, no obstante, evitó indicar si continuará en Bruselas el actual representante alemán, el comisario de Energía Günther Oettinger, pese a su «muy buen trabajo».
Con respecto al Reino Unido y la abierta oposición de su primer ministro, David Cameron, al candidato conservador a la presidencia de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, Merkel replicó simplemente que Londres ya «ha dejado clara» su postura y recordó que esta decisión no tiene por qué ser unánime.
Los socialdemócratas, satisfechos
Horas antes, el presidente del SPD y vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, afirmó que Schulz iba a renunciar a ocupar un puesto como comisario en Bruselas a cambio de continuar como presidente de la Eurocámara.
En declaraciones al «Spiegel Online», aseguró que «el SPD aceptará un comisario de la Unión (de Merkel) siempre y cuando Martin Schulz sea elegido presidente del Parlamento».
El presidente socialdemócrata indicó que es importante que Juncker, el nombre con más opciones para presidir la Comisión Europea, cuente con el apoyo de Schulz en el Parlamento Europeo para conformar un «eje fuerte».
Está previsto que Gabriel participe este sábado en París en un encuentro informal de líderes socialdemócratas europeos en los que se va a preparar el Consejo Europeo de finales de la próxima semana en Bruselas.
Los asuntos clave del encuentro del sábado y del Consejo Europeo son tanto el reparto de cargos en Europa como el esbozo de las guías políticas del bloque para la nueva legislatura comunitaria.
Haga lo que haga Martin Schulz (1955) como presidente del Parlamento Europeo, pocas cosas pueden ser más recordadas que su célebre enfrentamiento con el entonces primer ministro Silvio Berlusconi, en julio de 2003. El italiano empezaba su gestión como presidencia semestral y ante las críticas de Schulz, portavoz del grupo socialista, le ofreció un papel de «kapó» (presos comunes con poder) en una película sobre un campo de concentración.
Ese escándalo ha sido probablemente uno de los momentos más embarazosos de toda la historia de la Cámara y cuando esté sentado en la tribuna de la presidencia, este librero alemán que empezó desde abajo en el partido socialdemócrata (SPD) probablemente recordará aquel incidente desde otro punto de vista.
Schulz procede de la pequeña localidad alemana de Eschweiler, cerca de Aquisgrán, en esa zona de paso que forman las fronteras con Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia. Para él, el concepto de la Europa de los ciudadanos tiene un mayor sentido que para muchos de sus predecesores aunque no sea más que por el hecho de que viene de una región que ha cambiado constantemente de fronteras. Llegar a ser presidente de la Eurocámara puede ser la culminación de su carrera política.
Algunos de sus correligionarios dentro del grupo de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo no han ahorrado críticas a su carácter a veces volcánico, que puede jugarle una mala pasada ahora que su papel es el de mantenerse en una estricta neutralidad dentro de la Cámara. Es posible que otros echen de menos sus vehementes discursos y su oposición casi visceral contra el actual presidente de la Comisión Europea, el popular José Manuel Durao Barroso, al que ha intentado por todos los medios hacerle la vida imposible. Por ahora, las cosas le vienen de buen grado, con una presidencia semestral en manos de un gobierno socialdemócrata, como el de la danesa Helle Thorning-Schmidt.
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