Desde que se empezaron a comercializar masivamente las impresoras 3D, las noticias no han parado de presentarse. Casas, prótesis, comida y hasta trajes espaciales, se han impreso con estas máquinas. Los uruguayos no se quedaron afuera y un grupo de jóvenes decidió embarcarse en un proyecto que pretende llevar las impresoras a los hogares y escuelas.
El aparato es más pequeño que un microondas. Algunas de sus partes son fluorescentes, ya que fueron impresas con otra impresora 3D. Es que la idea es que pueda clonarse, es decir, que permita imprimir partes de otras impresoras, para ser más accesible. Por si esto fuera poco, su precio será de US$ 600, lo que la convertirá en la más accesible de Sudamérica, según sostienen sus creadores.
La historia empezó cuando Alejandro Lozdziejski, ingeniero de 29 años, viajó a la Universidad de Stanford, Estados Unidos, y se adentró en el infinito mundo de la impresión 3D. Al volver a Uruguay, se conectó con Walter Guardia, quien se define como un “colgado” de 31 años, y Santiago Reinoso, un técnico en informática y electrónica de 28 años. Los tres jóvenes se unieron y desarrollaron su emprendimiento Sur 3D, en la incubadora Socialab.
Hágalo usted mismo
No hay que ser ingeniero para poder armar una impresora de Sur 3D. Sus creadores explican que cualquier persona “que tenga paciencia” puede crear su propia máquina. De hecho, según cuentan, en uno de los talleres que los jóvenes dieron sobre estos aparatos, un niño de 9 años que empezó sin saber nada de su funcionamiento, terminó explicando al resto cómo armarlas.
“Queremos que las personas pasen de ser simples consumidores a ser creadores“, explica Lozdziejski con entusiasmo. La idea de este emprendimiento es lograr que los uruguayos y eventualmente los sudamericanos, puedan aprender más sobre el funcionamiento de las impresoras 3D al construirlas ellos mismos.
La impresora se va a vender en partes y armadas, para que los consumidores puedan elegir. Pero la filosofía detrás del invento es que la gente se “enchastre las manos” y pueda incursionar en el mundo del 3D que cada día asombra más y a más gente. Además, los jóvenes darán asistencia técnica a los que se embarquen en el desafío y organizarán talleres.
De todos para todos
La clave de esta impresora es el código abierto, que hace que los prototipos estén disponibles para quienes quieran usarlos, reproducirlos o modificarlos. De hecho, el diseño de la Smart Rap, el nombre que le pusieron a la máquina, es una versión modificada del diseño de un francés. “Es la única forma que hay de popularizar algo 100%, sin limitaciones”, dice Lozdziejski.
¿Qué puede hacer una persona común y corriente con una impresora 3D? Los rostros de los tres padres del proyecto se iluminan y la primera palabra que se escucha es “todo”. Juguetes, engranajes, tazas a medida y estuches para el celular son solo algunos de los tantos ejemplos. Hay modelos disponibles en internet, por ejemplo, en la página Thingiverse, que ofrece los archivos (de extensión .stl) para imprimir cualquier cosa, desde una mano robótica hasta un modelo en miniatura de la Torre Eiffel.
De hecho, una de las propuestas más interesantes que el grupo de jóvenes recibió hasta el momento fue de la fábrica de pastas, La Spezia, para desarrollar una impresora 3D para crear este alimento.
La parte más interesante es la puerta que abre este proyecto a la educación. El hecho de que una impresora 3D, que suele valer US$ 2.500 como mínimo, cueste US$ 600 la hace ideal para escuelas, liceos y universidades que buscan explorar la tecnología. Incluso entre amigos interesados en construir su propia máquina se pueden juntar fuerzas para hacer un proyecto propio.
Modelo de negocios
“Más que en el modelo de negocios cerrado, creemos en la revolución. Si todo el mundo llega a tener una impresora 3D en su casa va a ser mucho mejor negocio que si nosotros hacemos un modelo propietario y vendemos 200”, explicó Lozdziejski.
Con sede en Sinergia, el espacio de coworking de Gonzalo Ramírez y Minas, Sur 3D está abierto a los curiosos que quieran conocer el proyecto. Es que además de la venta de impresoras y soporte, también ofrecen la posibilidad de imprimir lo que se quiera. El precio se fija de acuerdo al tiempo que lleve la impresión y al material que requiera. Por ejemplo, si uno quiere ir y escanear su cara e imprimir un pequeño busto, el precio estimado rondaría los $ 600.
Cibercafé de 3D
A partir de julio, en la esquina de Maldonado y Blanes se instalará una tienda especializada en impresión 3D. Danston es la empresa que la llevará a cabo y la idea es que, además de comprar equipos e insumos, las personas puedan recurrir a este lugar como un cibercafé del 3D. Por ejemplo, dos personas a punto de casarse, pueden escanear sus cuerpos con Kinect y tener sus propias réplicas en miniatura para poner en la torta. Además, se van a vender a US$ 240 las novedosas lapiceras que imprimen 3D y ofrecerán clases de diseño y manualidades con este artefacto.
http://www.sinergiacowork.com/
http://www.thingiverse.com/
http://www.cromo.com.uy/2013/06/impresoras-3d-dar-volumen-a-una-nueva-realidad/
Hace 600 años parecía una locura pensar en sustituir el oficio de los monjes copistas por una máquina de imprenta. Medio siglo atrás, era inimaginable concebir la sustitución de las cartas y el correo postal por textos intangibles enviados a través de una red mundial de comunicación. De igual forma, hoy parece ciencia ficción imaginar un mundo donde uno pueda imprimir una hamburguesa cuando tenga hambre, un zapato a medida para una fiesta y un celular cuando lo quiera cambiar. Pero ese futuro no está tan lejos.
Las impresoras 3D tienen unas tres décadas, pero recién hace pocos meses los precios bajaron y las máquinas se popularizaron. Síntoma de ello es que Amazon, la principal tienda online de Estados Unidos de América, creó una subsección dentro de la categoría “Industrial y científico”, llamada “Impresoras 3D y suministros”. Allí se pueden encontrar desde las máquinas –con precios que rondan entre los US$ 1.000 y US$ 3.000–, hasta materiales y accesorios.
Pero, ¿por qué alguien querría gastar todo ese dinero para imprimir una taza de café que puede comprar en cualquier bazar o supermercado? La pregunta puede sonar razonable hoy en día, pero en breve será tan ridícula como cuestionar por qué alguien querría una laptop o tableta cuando las computadoras de escritorio potencialmente pueden tener mayor memoria y rapidez. La respuesta es que una persona puede querer una impresora 3D porque puede tenerla.
Do it yourself
Las impresoras 3D son la encarnación del concepto do it yourself (“hágalo usted mismo”).
“Creo algo nuevo cada día y ese es un sentimiento increíble”, dijo recientemente Anthony Moschella, director de producto de Makerbot Industries, una de las principales marcas de impresoras 3D. Y agregó: “Yo vivo y respiro esto cada día y no sé qué es lo que se vendrá. La gente va a inventar cosas que nunca pensamos”.
Pero en este momento, “crear cosas” no es tan fácil como hacer clic para tomar una imagen con una cámara digital. De hecho, se parece mucho más al inicio de la fotografía, cuando requería de tiempo, dinero, oficio y mucha, mucha práctica.
Para dar forma a una tierna escultura de conejo, es probable que el usuario cree antes varias mutaciones horripilantes de animales sin cabeza, con piernas unidas y cuerpos a cuadrillé. Aunque, claro, ya hay quienes consideran que los intentos fallidos de impresión tridimensional son una nueva forma de arte.
Paso a paso
El primer paso para imprimir es tener una idea. Luego, hay que plasmarla en la computadora a través de un programa de diseño asistido por computadora (CAD) o de un software para modelar y animar.
Quienes carezcan de la habilidad para manejar estos programas y de la paciencia para aprenderlos, ya hay sitios como Shapeways y Thingiverse que venden o publican con código abierto distintos diseños prontos para apretar el botón de imprimir.
"Creo algo nuevo cada día y ese es un sentimiento increíble”, dijo recientemente Anthony Moschella, director de producto de Makerbot Industries, una de las principales marcas de impresoras 3D. Y agregó: “Yo vivo y respiro esto cada día y no sé qué es lo que se vendrá. La gente va a inventar cosas que nunca pensamos”
Las impresoras 3D toman ese archivo exportado en formatos como “.STL” y crean una figura tridimensional sólida, dándole forma adicionando el material capa por capa. Esa “tinta” puede ser plástico, acrílico, metal y hasta productos comestibles, entre otras opciones.
Existen distintas formas de procesar el material (calentarlo, comprimirlo, etc.), pero básicamente la impresora lo transfiere en una plataforma, adonde va tomando volumen. Puede llevar horas o días, según la complejidad del objeto, el cual va creciendo en cada capa de a milímetros o décimas de milímetros, según la resolución de la máquina.
Entonces llega el mejor momento, el de sacar el producto de la máquina y disfrutar de la creación, esa que todavía tiene un aire mágico.
Made in Uruguay
En Uruguay, las principales tiendas de electrodomésticos y productos de electrónica no venden aún impresoras 3D porque en Uruugay sus habitantes ganan la décima parte que un trabajador europeo o yanuqui, pero pagan por los insumos el doble que en esos países.
Si un smartphone o consola llegan al país valiendo el doble de lo que se consiguen en Estados Unidos de América, estas máquinas se estarían ofreciendo en el mercado a un precio demasiado alto como para que el usuario decida invertir varios miles de dólares para jugar a crear su propio mundo. Por ahora es más práctico comprar una carcasa de celular fabricada en Taiwán que inventar la propia.
Aun así, hay particulares que ya están comprando en el exterior o a través de empresas que las traen a pedido, como Robtec, con el objetivo de experimentar con esta tecnología.
También las universidades están formando profesionales e investigando las potencialidades de estas máquinas. Tal es el caso del laboratorio LabFabMVD Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República y el recién inaugurado laboratorio Prototipado 3D de la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad ORT.
De hecho, las principales novedades vinculadas a estas impresiones tridimensionales surgen semana tras semana desde los principales institutos educativos y de investigación del mundo. Por ejemplo, la semana pasada en la Universidad de Princeton crearon una oreja biónica que escucha más que el órgano humano y 15 días antes la NASA daba US$ 125 mil de financiación a una empresa para que desarrolle comida impresa, crucial para poder enviar a los astronautas a misiones más lejanas (y ya de paso, terminar con la crisis alimentaria mundial).
Pero estos son dos de incontables proyectos que van desde la creación de ropa hasta partes de aparatos eléctricos, pasando por prótesis, juguetes, muebles e incluso máquinas dispensadoras de impresiones 3D. Y también armas que, con solo descargar gratis un archivo, pueden fabricarse en cualquier hogar y dispararse.
Así comienzan a surgir interrogantes sobre los límites de la libertad en un nuevo ámbito, mientras diseñadores, artesanos e incluso las marcas se preguntan qué sucederá cuando cualquiera pueda imprimirse un anillo Swarovski, un iPad o una Ferrari.
Muchos ya hablan de una nueva revolución industrial. La diferencia es que esta vez el mundo entero lo sigue en vivo vía internet.
Armas
El video de menos de un minuto de un joven disparando un arma blanca (literalmente) recorrió el mundo, informando a muchos sobre la existencia de las impresoras 3D, alarmando a otros tantos sobre su peligro. El joven era Cody Wilson, un tejano que no solo imprimió un arma de fuego y la denominó Libertadora, sino que publicó en el sitio Defcad el instructivo para quien quisiera replicarla. Hoy los contenidos de la web fueron dados de baja y están a disposición del gobierno de Estados Unidos.
Medicina
Así como el arma fue la primera noticia negativa que circuló masivamente sobre las impresiones tridimensionales, la historia de Kaiba Gionfriddo fue la primera positiva. El pequeño, ahora de 20 meses, se salvó gracias una tráquea artificial impresa, que será reabsorbida por su cuerpo, creada por científicos de Michigan.
Existen numerosos proyectos en este momento orientados a una medicina más personalizada, menos dependiente de las donaciones y hasta de avanzada. El Centro Médico del Hospital Nacional de Niños de Washington, por ejemplo, está creando corazones de materiales sintéticos y en Princeton ya imprimen orejas biónicas.
Comida
NASA dio US$ 125 mil de financiación a una empresa para que desarrolle un prototipo de impresora en 3D para imprimir pizza. Este sería el primer alimento pensado para los astronautas en largos viajes espaciales. También podría significar el fin de los desperdicios alimenticios, ya que el material comestible que se usa puede almacenarse por 30 años.
http://www.amazon.com/b/ref=sr_aj?node=6066126011&ajr=0
http://www.theatlantic.com/sponsored/evolution-of-an-idea/archive/2013/05/why-people-will-power-the-3d-printing-revolution/276361/
http://www.makerbot.com/
http://www.shapeways.com/
http://compre3dprinter.com/
http://www.farq.edu.uy/labfab/
http://www.3dreambox.com/
http://www.ort.edu.uy/fcd/laboratorio3d/
http://www.dailyprincetonian.com/2013/05/05/33517/
http://www.cromo.com.uy/2013/05/curas-al-alcance-de-la-impresora/
http://es.gizmodo.com/diez-fallos-epicos-de-las-impresoras-3d-511199492
http://www.cromo.com.uy/2013/05/los-primeros-disparos-de-un-arma-de-fuego-impresa-en-3d/
http://www.cromo.com.uy/2013/05/delivery-de-pizza-impresa-en-3d-para-marte/
http://www.cromo.com.uy/2013/05/pisar-marte-es-el-destino-del-hombre/
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