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miércoles, 13 de julio de 2011

MUJERES: DOLORES CON ORIGEN DIFICIL DE UBICAR

Laura Sweet era una activa vendedora de 42 años que vivía en Alta California, cuando empezó a sentir agudos dolores en la pelvis que punzaban súbitamente y se prolongaban durante varios días y que recurrían de manera periódica.


La incomodidad dio como resultado varias visitas a la sala de emergencia. Fue referida con diversos especialistas, recibió diagnósticos errados y un cóctel diario de analgésicos.

Su disposición, antes optimista, se tornó morosa, al tiempo que sus vigorosas sesiones de ejercicio declinaron a 20 minutos de caminata al día. Cuando los estudios de un médico no revelaron explicaciones, contó Sweet, él le dijo que sufría de "dolor crónico en la pelvis y que debería aprender a vivir con ello".

Su lamentable historia pudo ser repetida por incontables mujeres que, al igual que Sweet, tenían hernias abdominales ocultas, condición que la mayoría de los médicos -incluidos ginecólogos y cirujanos- rara vez consideran o saben cómo encontrar.

A diferencia de las hernias en varones, que son mucho más comunes, las que afligen a las mujeres suelen ser pequeñas e internas, amén que muy pocas veces producen un bulto evidente.

Los síntomas pueden sugerir otros problemas -quistes ováricos, fibroides, endometriosis o adhesiones de una operación previa-, pero la corrección quirúrgica de estas condiciones no alivia el devastador dolor.

"En promedio, las mujeres pasan por cuatro cirugías previas, y algunas muchas más, antes de que se identifique la causa real de su dolor", comentó Deborah A. Metzger, ginecóloga en Los Altos, California, quien se especializa en dolor crónico de la pelvis.

Cuando una mujer se acuesta sobre la mesa de examen, desaparecen las señales y síntomas de una hernia. Además, el examen usual, un ultrasonido, muy rara vez revela el verdadero problema.

Debido a que carecen de un diagnóstico preciso, los médicos frecuentemente refieren a los pacientes con especialistas del dolor y psiquiatras para que los mediquen.

Para muchas mujeres con estas hernias ocultas, pueden pasar años, o nunca, antes que reciban el diagnóstico apropiado y corrijan el problema.

Las mujeres representan 8% de las hernias diagnosticadas, en tanto los médicos sencillamente "no piensan en hernias" cuando las mujeres se quejan de dolor pélvico, dijo Metzger en una entrevista.

Pero tras 18 meses de tormento, Sweet tuvo buena suerte. Un uroginecólogo al que fue a ver en el Centro Médico Cedars-Sinai, en Los Ángeles, tuvo una corazonada de que pudiera ser una hernia lo que causaba el problema, enviando a Sweet con una colega, Shirin Towfigh, uno de las pocas especialistas en hernias entre mujeres.

Una resonancia magnética reveló no una sino dos hernias inguinales; pequeños hoyos en una capa de músculo a través del cual pueden sobresalir fragmentos de grasa abdominal, presionando nervios y causando dolor. Towfigh reparó ambas en una operación laparoscópica de cuatro horas.

"Una semana después, ya estaba haciendo ejercicio y, después de 10 días, saliendo a correr", contó Sweet en una entrevista. "Ahora todo está bien, como si nunca hubiera ocurrido".

Una hernia es una protrusión de tejido a través del muro de una cavidad del organismo en la cual normalmente está contenida, con mayor frecuencia una abertura o debilidad en el muro muscular del abdomen.

Towfigh, cirujana general que entrena a otros médicos en cirugía laparoscópica, explicó que en las hernias en hombres suelen presentar una obvia protrusión externa.

Pero, aunque las mujeres a veces pueden desarrollar una hernia similar, es más probable que tengan las de tipo oculto, internas, que atrapan la grasa abdominal y comprimen nervios y, por lo tanto, ocasionando dolor intenso.

Towfigh dijo que pese a los frecuentes diagnósticos errados, los síntomas de hernia entre mujeres no son típicos de problemas ginecológicos que resultan más comunes.

Recordó que Sweet había dicho que había sentido "ardor y dolor punzante extendiéndose a su ingle, pierna y espalda. Era peor cuando hacía ejercicio, estaba de pie por largo tiempo, cargaba objetos, se inclinaba, tosía, reía, subía o bajaba escaleras, o tenía problemas para defecar, así como durante su período menstrual".

En otras palabras, cualquier cosa que incremente la presión abdominal e incluso, a veces, cuando se está sentado por largo tiempo, puede provocar el dolor, que ocurre fortuitamente a lo largo del día, notó Towfigh.

"Las mujeres con niños pequeños no pueden inclinarse para levantarlos. Le hace daño a su matrimonio porque el sexo duele demasiado, amén que menoscaba su capacidad para trabajar", dijo.

"El dolor puede ser tan intenso que llega a provocar desmayos en la mujer. Puede ser tan extremo entre mujeres que les deben aplicar inyecciones espinales y estimuladores espinales", así como múltiples medicamentos para el dolor y fármacos psiquiátricos.

Cuando falla todo lo demás, algunas mujeres recurren a acostarse en la cama para sentir alivio. Towfigh explicó que las hernias diminutas son las peores. "Mientras más pequeño el hoyo, peor es el dolor", notó.

Pero al examinar a una mujer, incluso con una resonancia magnética, "el hoyo no se ve; solamente se ve cuando algo pasa a través de él". Eso puede requerir posicionar al paciente para provocarle los síntomas.

Metzger comentó que un examen abdominal en la posición de pie a veces revela una sutil prominencia. Pero, con mayor frecuencia, estas hernias no se pueden ver ni sentir al tacto y un diagnóstico correcto depende mayormente de un examen vaginal.

A menudo los músculos pélvicos están tensos y mórbidos y el dolor de la paciente puede reproducirse con presión sobre el área inguinal interna, dijo.

Cuando se diagnostica correctamente una hernia en una mujer y se corrige quirúrgicamente, el dolor desaparece por completo. "Es fácil arreglarlo", dijo Towfigh. "Cuando las mujeres despiertan, saben que están mejor".

Las mujeres son más propensas que los hombres a padecer hernias umbilicales, en el ombligo, particularmente si presentan sobrepeso, tuvieron embarazos múltiples o soportaron una labor de parto muy larga cuando dieron a luz.

Jamelia Niela Davis, estrella británica del rythm and blues, ha dicho que notó por vez primera que cada vez que reía, automáticamente se llevaba la mano al estómago y podía sentir una prominencia extraña.

Si bien no experimentó mucho dolor al principio, un día sintió un "dolor agonizante, como si alguien me hubiera dado un tirón desde adentro y me estuviera retorciendo".

El cirujano al que consultó le informó que un pedazo de tejido graso del abdomen estaba quedando atrapado en la debilitada pared umbilical y que sin una operación empeoraría, agravado por el canto.

Fuente: The New York Time

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