Luego del desastre del terremoto, la mafia local, la Yakuza, quiere dar una mano. Desde el 11 de marzo, ha enviado a las prefecturas del norte, las más afectadas por el desastre, 70 camiones llenos de comida, agua, mantas y productos de higiene personal por un valor estimado de 500.000 dólares, destinados a los centros de evacuación en los que viven unas 17.000 personas que se han quedado sin casa y sin recursos.
Más conocida por la actividad delictiva que desempeña en áreas como el juego ilegal, la extorsión, la prostitución, por los tatuajes y por el cine, ha puesto sus redes a disposición de los damnificados también en otras ocasiones, como en el terremoto de Kobe en 1995. Entonces se movilizaron con rapidez y llegaron a las poblaciones afectadas incluso antes que los servicios de emergencia del Estado.
"Los yakuza son marginados de la sociedad", explica Manabu Miyazaki, hijo de un jefe de la Yakuza de Kioto y autor de un centenar de libros sobre esta mafia. "Ellos han sufrido, y ahora están intentando ayudar a otros que tienen problemas".
Otro jefe de la mafia, sin identificar, declaró en Weekly Taishuu, una revista especializada en esta organización delictiva: "Al Gobierno le cuesta más tiempo llegar a esas zonas, así que es importante que actuemos ahora. Nuestra honesta intención ahora es ser de alguna ayuda a la gente".
No todos los expertos ven exclusivamente solidaridad en el despliegue humanitario de la Yakuza. "Si ayudan a los ciudadanos, es difícil que la policía actúe contra ellos", explica Tomohiko Suzuki, un periodista especializado.
Pero hay otra motivación que se aleja definitivamente del altruismo. A través de estas donaciones, lo que busca la Yakuza es "posicionarse para conseguir contratos para sus empresas constructoras ante la masiva reconstrucción que se avecina", afirma Suzuki.
Con todo, la idea de la solidaridad no les es del todo ajena, como explica el experto en la Yakuza Jake Adelstein en un artículo publicado en The Daily Beast.
Entre sus códigos de comportamiento está el concepto ninkio, que valora la justicia, el sentido del deber y prohíbe ver el sufrimiento de otros sin hacer nada.
Así que la ayuda se recibe y la policía hace la vista gorda en virtud de una especie de acuerdo tácito según el cual la Yakuza ayuda, pero a cambio de silencio. No pueden publicitar su solidaridad.
El mismo artículo cifra en unos 80.000 los miembros que componen la Yakuza, distribuidos en grupos por todo el país.
Fuente:El País
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