Hay una foto que es de las internacionalmente famosas, es la conocida imagen del buitre, esperando cerca de la niña que desfallece en una aldea de Sudán y que dio el premio Pullitzer al fotógrafo Kevin Carter. Ahora se sabe que el buitre se quedó sin comer.
Una investigación realizada por el diario español El Mundo –en la zona de Ayod, al sur del país africano donde se capturó la escena– comprobó que la niña famélica retratada en la imagen publicada en 1993, no falleció en ese momento ni pocos días después, sino hace cuatro años.
En el momento de su publicación en The New York Times, la foto desató una polémica en la cual varios medios de comunicación de todo el mundo criticaron al fotógrafo sudafricano.
“El hombre que ajusta la lente para tomar la mejor fotografía del sufrimiento es un depredador, otro buitre en la misma escena”, señaló un periódico estadounidense luego que Carter obtuviera el Pullitzer.
La desgracia persiguió al fotógrafo, quien terminó suicidándose el 27 de julio de 1994. La leyenda dice que tras ganar el mayor galardón periodístico, Carter no superó la culpa y terminó por quitarse la vida. Pero la realidad tiene más matices.
Lo cierto es cuando se suicidó, el fotógrafo estaba abrumado por las deudas, padecía diversas adicciones y estaba afectado por pérdidas personales de amigos y colegas, algunos muertos en los disturbios de la efervescente Sudáfrica pre Mandela.
Además, el periodista sudafricano ya había tenido otros intentos de autoeliminación, incluso antes de tomar la foto en Sudán.
Pero la leyenda tejida en torno a la niña que protagoniza la foto es aun mayor. Se decía que la infante había muerto poco después de tomada la foto.
De acuerdo a la investigación de El Mundo, no fue así. La primera sorpresa es que la niña en realidad era un niño llamado Kong.
Según comprobó el periodista Alberto Rojas, tras su viaje a lo que antes se conocía como el “triángulo del hambre”, el niño sobrevivió a aquella hambruna.
Pero la nota no tuvo un final feliz, ya que el padre le confirmó al periodista español que Kong falleció hace cuatro años, a raíz de las“fiebres”.
“Si veo más veces la foto no podré dormir esta noche”, dijo al periodista, Nyong, el padre del niño. Luego le contó que el pequeño Kong fue el último hijo de una de sus cuatro esposas. De hecho, su madre falleció al tenerlo.
Pero la leyenda de Kong generó otras ideas equivocadas. Si se ve la foto en alta resolución, puede verse en su muñeca una cinta blanca que lo identifica como uno de los atendidos por el feed center que Naciones Unidas hacía funcionar en Sudán en aquellos tiempos de hambruna.
Rojas comprobó que estaba identificado con la clave T3.
“T” por ser un beneficiario en situación de malnutrición severa, y “3”, por haber sido el tercero en llegar a ese centro, cuando comenzó a operar en la zona.
De hecho, el lugar en el que el pequeño se encuentra en el momento de tomar la fotografía estaba a 10 metros de ese centro de alimentación, en el que varios voluntarios de la ONU prestaban ayuda humanitaria.
Por lo que se cuenta en el reportaje, lo único que el buitre comió tras el paso del niño por el lugar solo fueron las heces de Kong y de los otros niños del lugar.
“Aún no entiendo por qué no explicó desde el principio que allí había trabajadores de ayuda humanitaria socorriendo a aquellas personas”, contó una colega amiga de Carter al reportero español.
En aquel entonces, la hambruna generada por la guerra asolaba la región.
Rojas cierra su crónica comentando que las nuevas luchas en el país amenazan con resquebrajar la situación una vez más en ese lugar, que fue estabilizada unos años después de esa crisis.
Al momento de dejar Ayod, los grupos de soldados escindidos del Ejército se encontraban a pocos kilómetros de la región.
Su paso por la aldea, ubicada a orillas del río Nilo, podría amenazar con una nueva ola de hambre y desnutrición a ese lugar.
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