4 jóvenes amigos, que planificaron y perpetraron una rapiña en la imprenta donde uno de ellos trabajaba y dijo que sería "fácil" el golpe, fueron detenidos, luego de que los compañeros del "entregador", notaran que el mismo tenía nuevamente el mismo teléfono celular que le habían llevado durante el asalto.
Anoche, los cuatro amigos permanecían declarando ante la Justicia, tres de ellos ante un juez penal y el restante ante un juez de Adolescentes, habiendo ya reconocido su delito.
Fuentes policiales dijeron al diario La República, que los jóvenes, que no poseen antecedentes penales ni anotaciones, habían tenido dicha idea a iniciativa del infiel empleado.
De acuerdo a lo informado, este muchacho de 19 años, se juntó con sus amigos de 17, 18 y 20 años, quienes son todos de la zona de La Teja, y les dijo que sería fácil robar en el lugar ya que no cuenta con ningún tipo de seguridad.
De esa forma se programó el golpe que fue perpetrado el pasado 5 de noviembre.
En dos motos, los tres amigos llegaron hasta la imprenta que está ubicada en la calle Uruguayana, a donde ingresaron y mediante amenazas con armas de fuego, sin quitarse nunca los cascos para proteger su identidad, redujeron a los cuatro presentes, entre ellos a su amigo, que representaba el papel de una de las víctimas.
De esta forma se apoderaron de todo el efectivo que había en el local comercial, que eran unos 3.000 pesos y luego le exigieron a las personas que entregaran sus teléfonos celulares.
Así fue que los cuatro empleados del lugar entregaron sus teléfonos, entre ellos el amigo de los asaltantes, factor que sería determinante para aclarar el caso.
Los responsables del lugar presentaron la denuncia policial, pero eran pocos los datos que se podían aportar de los asaltantes ya que estos habían tomado la previsión de no quitarse los cascos.
Fue entonces que la imprenta retomó sus trabajos habituales y el ideólogo de la rapiña volvió a trabajar como todos los días.
Sólo unos días pasaron hasta que los compañeros del joven de 19 años, notaran con asombro que el muchacho tenía nuevamente su teléfono celular.
Los trabajadores de la imprenta no creían lo que estaban viendo y de inmediato como se dice popularmente les "cayó la ficha". No quedaban dudas de que el muchacho había tenido contacto con los rapiñeros.
Ante esto concurrieron al departamento de Hurtos y Rapiñas de la Jefatura de Policía de Montevideo, donde narraron lo sucedido.
Poco más tarde el infiel empleado era detenido y se lo comenzaba a indagar. Como no se trataba de un delincuente experiente, lo cual quedó claro en su error, en poco tiempo terminó por aceptar su participación en la rapiña y no demoró hasta que los investigadores realizaban allanamientos en la zona de La Teja, donde fueron detenidos sus tres amigos y cómplices.
Abrumados por las evidencias, los cuatro muchachos, que aparentemente estaban haciendo sus primeras experiencias en el mundo delictivo, terminaron por confesar todo, aunque no quisieron revelar donde consiguieron y que hicieron con las armas que utilizaron en el atraco.
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