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domingo, 7 de noviembre de 2010

BIRMANIA: UNA NUEVA PAYASADA DE LOS MILITARES QUE QUIEREN GOBERNAR AHORA CON TRAJE

Unos 28 millones de votantes están convocados a las primeras elecciones en 20 años que se celebran en Myanmar (la antigua Birmania). Por supuesto una payasada de los dictadores militares, que organizan todo para seguir gobernando en lugar de con uniforme con traje.


La Junta militar que gobierna el país con mano de hierro da un paso atrás al permitir estos comicios, que, aunque lejos de libres y democráticos, son la única rendija por la que puede colarse algo de luz en las tinieblas de medio siglo de dictadura.

La Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, que al frente de la Liga Nacional para la Democracia (LND) obtuvo en 1990 una aplastante victoria electoral -que los militares nunca reconocieron-, ha pedido esta vez el boicoteo de los comicios.

En las elecciones participan 37 partidos, pero en realidad la carrera se disputa entre dos formaciones organizadas y dirigidas por las fuerzas armadas.

Se trata del Partido de la Unión Solidaria y el Desarrollo (USDP), que tiene 18 millones de miembros y cuenta en sus listas con 27 ministros de la Junta, que han colgado el uniforme para presentarse como candidatos. Su "rival" es el Partido de la Unidad Nacional (NUP), que también incluye a muchos ex militares.

Los generales se apartan de la primera línea del poder, pero lo dejan todo "atado y bien atado".

Tanto en el Parlamento y el Senado centrales como en las 14 asambleas regionales, un cuarto de los escaños son para militares en activo. Además, también serán militares los ministros de Defensa, Interior y Asuntos Fronterizos.

Las elecciones se celebran sin testigos incómodos. Ni observadores internacionales, ni periodistas han sido invitados y la única cobertura internacional será la de los medios que, como la agencia Reuters, están permanentemente acreditados.

En principio, no se espera un gran fraude electoral si la gente acude a votar, pero si obedecen el llamamiento al boicot de Suu Kyi, nadie duda de que habrá fraude.

Thu Wai, líder de uno de los partidos minoritarios, denunció el viernes que las autoridades de la sureña ciudad de Dawei "estaban intentado asegurarse por adelantado 20.000 papeletas de los 40.000 votantes censados".

Después de cinco décadas de brutales dictaduras, la mayoría de los 50 millones de birmanos han nacido bajo la represión y organizado su vida para sufrirla lo menos posible. Sus escasos gritos de libertad fueron sofocados con sangre y ahora miran con desconfianza al futuro.

La democracia de juguete que salga de estas elecciones no es aceptable ni para las decenas de miles de ellos que viven en el exilio, ni para los más de 2.000 presos políticos, miembros de la LND o monjes budistas que participaron en la llamada revolución naranja en 2007.

Tampoco se espera que Occidente levante las sanciones impuestas a la Junta militar que dirige el general Than Shwe.

Sin embargo, algunos expertos indican que si finalmente Suu Kyi es liberada el próximo día 13, debe darse paso a la "reconciliación nacional", en la que la dirigente tiene un importante papel que jugar.

"Al fin y al cabo", comentan, "la Junta ha tenido que tragarse el sapo de iniciar su retiro a los cuarteles". Pero para la Mandela de Asia tampoco será fácil aceptar unos resultados electorales salidos del desconocimiento por parte de la dictadura de su apabullante victoria anterior.

Situada entre las grandes potencias asiáticas y cortejada por sus riquezas naturales -gas, petróleo, zinc, cobre, piedras preciosas y bosques- tanto por China como por India, Myanmar necesita romper su aislamiento internacional para impulsar su desarrollo.

Con un 35 % de la población por debajo del umbral de la pobreza, la Junta ha emprendido en los últimos años una tenue liberalización económica para atraer inversión extranjera. Ahora muchos esperan que el nuevo gobierno impulse un modelo de crecimiento rápido similar al de China o Vietnam.

Los generales, que en 1989 cambiaron el nombre del país de Unión de Birmania a Unión de Myanmar -supuestamente para integrar a todas las etnias porque solo el 68% de la población pertenece a la birmana y el resto son shan, karen y otras minorías-, han preparado la era civil con una serie de cambios identitarios.

Desde septiembre pasado, el nombre oficial es República de la Unión de Myanmar y la bandera y el himno nacional también han sido modificados.

El presidente, que será un civil elegido por un colegio de senadores y diputados, elegirá a los ministros, al fiscal general y al juez supremo y lo que es más importante, al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

Este último será quien gobierne el país si se declara el estado de emergencia, y en caso de "desintegración de la Unión, desintegración de la solidaridad nacional o perdida de soberanía" podrá gobernar no solo por encima del Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, sino también sin el respaldo del jefe del Estado.

Precisamente por la situación estratégica de Myanmar, tanto sus vecinos como sus socios de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático confían en que este proceso electoral sirva para estabilizar el país.

El largo camino hacia la 'democracia dirigida'

Tras la independencia de Gran Bretaña, en 1948, el dictador Ne Win se hizo con el poder en 1962.

La Liga Nacional para la Democracia (LND), liderada por Aung San Suu Kyi, ganó las elecciones multipartidistas de 1990, al hacerse con 392 de los 485 escaños del Parlamento.

Los militares se negaron a entregarle el poder. Suu Kyi fue puesta bajo arresto domiciliario.

La Junta militar rompe su aislamiento internacional con la entrada en 1997 en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

En 2008, el Gobierno anuncia que habrá elecciones en 2010 y celebra un referéndum constitucional. Acuden a votar el 98,1% de los inscritos y la Carta Magna se aprueba con el 92,48% de los votos.

El pasado 13 de agosto se convocan los comicios para elegir un Parlamento de 440 escaños, un Senado, 224 y 14 asambleas regionales con 665 diputados.

En todas estas cámaras quedan reservados para militares en activo el 25% de los escaños.

Otros cientos de militares dejan el uniforme para presentarse por el progubernamental Partido de la Unión Solidaria y el Desarrollo.

- El presidente será un civil elegido para cinco años por un grupo de senadores y diputados.

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