A 4 años de ocurrido, la Policía aclaró el asesinato de Luis Schmidt, un jubilado vial al que le descerrajaron 5 balazos en la cabeza con un rifle 22 cuando tomaba vino sentado debajo del alero de su casa. El hecho ocurrió el 6 de agosto de 2006, y sacudió a todo Soriano.
Luis Abel Schmidt Acosta, de 67 años, era jubilado de Vialidad, y además trabajaba en una empresa de vigilancia y como boletero para la Liga de Fútbol; vivía solo en una casa de calle Taruselli y Ruta 2.
Se había separado de su mujer y fue encontrado cerca de las 8.30 horas del lunes 7 de agosto de 2006, sentado en una reposera bajo el alero, con 5 balazos calibre 22 en la cabeza. A un costado un vaso con vino, mientras que la radio todavía seguía prendida a todo volumen.
En ese momento se llegó a relacionar este homicidio con el triple crimen de la familia Gutiérrez Aguirre, que por entonces había conmocionado a esta ciudad.
La jueza de Mercedes, María del Carmen Roybal, tomó declaraciones a algunos de los familiares, su ex mujer, su hijastro, un ex compañero de trabajo, un trabajador de la zona donde solía ir a comer Schmidt. El informe médico determinó que las balas utilizadas eran viejas y se fragmentaron dentro del cráneo, aunque se logró recuperar un proyectil que permitió realizar la pericia técnica. Pero tampoco fue encontrada el arma que las disparó.
El caso fue archivado en 2008, luego que comparecieran 19 personas sin ningún elemento concreto para la Justicia como para continuar indagando.
Sin embargo, hace pocas horas el caso tuvo giro inesperado cuando la Policía detuvo a un joven durante la investigación de una rapiña y éste terminó confesando la autoría del crimen, por encargo de la pareja de Schmidt Acosta.
La esposa de la víctima, que disputaba la posesión de una vivienda, falleció al año siguiente de consumado el crimen. El homicida, al momento de consumar el crimen, era menor de edad.
Schmidt Acosta fue muerto de cinco disparos en la cabeza. Lo cruento del crimen llevó en un primer momento a pensar que su muerte pudo haber sido una derivación del triple crimen, especulándose con la posibilidad de que el jubilado, eventualmente, pudo haber sido un testigo del crimen y por ello blanco de una venganza.
No obstante, durante la investigación del crimen la Policía tuvo sospechas sobre el joven que por entonces contaba con 17 años, aunque nunca se hallaron pruebas en su contra.
El jueves personal de la Dirección de Investigaciones detuvo a un joven de 22 años, tras constatarse que este había sido el autor de una rapiña a un joven a quien le robó el celular.
Durante los interrogatorios los investigadores volvieron a traer el tema del caso Schmidt Acosta sobre el tapete y terminó surgiendo la confesión.
El detenido admitió que había cometido el crimen cuando era menor, valiéndose de un arma que la mujer de la víctima le había proporcionado para ese fin.
Agregando Ramírez que "como precisaba la plata" consumó el asesinato. Dijo que disparó a corta distancia y que Schmidt intentó protegerse cubriéndose la cara con una mano, y que una vez consumado el hecho fue a devolverle el rifle a la mujer.
De acuerdo con la versión contada por el detenido, identificado Hugo César Ramírez González (22) -que terminara procesado por la rapiña- dijo conocer a la ex pareja del jubilado, identificada con las iniciales N.B., la que le prometió pagarle $ 200.000 por darle muerte a Schmidt.
Ramírez González dijo luego que, poco después de cometido el crimen, fue varias veces por la casa de la mujer a reclamarle el pago del dinero. Debido a que la mujer se encontraba en una situación económica muy modesta, nunca pudo hacer frente al pago de esa suma.
Por esas fechas, la Policía registró varias denuncias hechas por la mujer a propósito de amenazas que estaba recibiendo de un joven.
Si bien la Policía interrogó entonces al joven, nunca pudieron aclararse las verdaderas razones de la disputa que mantenía con la mujer.
De todos modos el diferendo terminó cuando la mujer falleció a causa de una enfermedad terminal que padecía.
Con el paso del tiempo Ramírez González continuó viviendo en situación de indigencia. Actualmente no contaba con domicilio fijo y se alojaba en galpones de la antigua estación de trenes de AFE.
Hasta allí entonces la confesión de Ramírez González que terminó en la cárcel por rapiña. No obstante, en la sede judicial cuando la jueza actuante lo interrogó sobre el caso Schmidt el indagado confirmó su confesión.
Tras estudiar el tema la jueza María del Carmen Roybal entendió que no cabía responsabilidad penal dado que el homicidio había sido cometido cuando el confeso era menor de edad.
Basándose en el Código del Niño y el Adolescente, la magistrada entendió que correspondía aplicar la prescripción del caso, dejando sin efecto la sanción penal.
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