Cuando se le pregunta a la ciudadana argentina Norma Ospital (72) en qué momentos recuerda a su marido Ricardo –secuestrado y asesinado en mayo de 1994–, ella sonríe. “Siempre: cada día, en cada momento. Nunca hice el duelo”, contesta serena. Uno de los acusados del asesinato está libre y el expediente da vueltas desde hace 16años !!! :( Justicia !?
Sus hijos, Marcela (43) y Pedro (41), están sentados a su lado durante la entrevista con Clarín y ante ellos, sobre uno de los escritorios de la empresa familiar de venta de cerámicos y sanitarios, en Adrogué, reposa el expediente del crimen.
Es un sumario de mil fojas escandaloso: hace 16 años que los Ospital esperan que la Justicia siente en el banquillo a uno de los dos acusados del caso –el teniente primero del Ejército Marcelo López (50)–, pero a fuerza de recurso judicial tras recurso judicial el militar ya logró suspender dos veces esa instancia y también que gran parte de los delitos que se le imputaban prescribieran.
Por el secuestro y crimen de Ospital fueron detenidos, encarcelados y procesados Marcelo López y su padre, el coronel Norberto Hugo López (80).
Cayeron casi inmediatamente –en junio de 1994– y, en noviembre de 1996, el coronel fue condenado a prisión perpetua. Confesó todo, pero tratando de atenuar el rol que le cupo a su hijo.
Hace algunos años se le concedió la prisión domiciliaria por la edad y por sufrir cáncer. Desde entonces vive en el barrio de Belgrano.
Marcelo no fue juzgado con él. Logró que le permitieran ir a juicio por separado y, cuando condenaron a su padre, sus abogados plantearon que el caso ya era “cosa juzgada”, aunque el fiscal de juicio había considerado al coronel como “coautor” (es decir, no como el único responsable del hecho).
“Toda la estrategia la armó su abogado de entonces, Federico Domínguez, quien después renunció a la defensa para asumir como juez en la Cámara de Casación bonaerense, donde sigue actualmente”, apunta Norma, quien en la entrevista mencionara a Domínguez media docena de veces.
“Aunque parezca increíble, lo que siguió fue así: en noviembre de 1997, los abogados de Marcelo López hicieron el planteo de cosa juzgada y desde entonces el caso se la pasó dando vueltas entre la Cámara de Lomas de Zamora, la Cámara de Casación bonaerense y la Corte provincial”, describe Marcela Ospital.
La hija de la víctima afirma que, al releer la causa esta semana, se dio cuenta de que el teniente López (excarcelado en 1997) estuvo todo este tiempo viajando: “Fue a Miami, a Punta del Este, a Brasil. Claro, siempre con permiso judicial”.
A cada planteo de la defensa de Marcelo López, la Justicia termino diciéndole “no”, pero en ello se consumió una década y media.
Actualmente, la causa está en la Sala II de Lomas de Zamora, que tiene previsto hacer el juicio a principios de 2011.
“Pero en el camino prescribieron muchos delitos de los que se acusaba a Marcelo, principalmente el de secuestro. Si el juicio no se hace pronto, también prescribirá el homicidio. La fecha límite es junio de 2011”, advierte Pedro Ospital.
“Este juicio ya se suspendió dos veces: la primera fue el día anterior a que empezaran las audiencias, no hubo tiempo ni de avisarles a los testigos. Realmente tengo mucho miedo de que vuelva a ocurrir, de que nunca llegue el momento”, reconoce Marcela, quien hace cinco años, cuando fue madre por primera vez, decidió seguir a fondo el tramite del expediente.
En el juicio oral, los Ospital serán querellantes y pedirán perpetua para Marcelo López. Piensan ir a todas las audiencias. Pero algo hace ruido de fondo: con el mismo planteo de “cosa juzgada”, los abogados de López acaban de llevar el caso “en queja” a la Corte Suprema de la Nación y quieren que el juicio se suspenda hasta tanto se cumpla esta instancia.
Mientras luchan por sacar la causa del olvido, los Ospital tratan de que el pasado no los acose. Más de una vez, tanto Norma como Marcela se cruzaron –o creyeron cruzarse– con los López, vecinos suyos en Cañuelas. El campo de los militares, donde enterraron a Ricardo Ospital, está enfrentado al de la familia del empresario.
“Nuestro campo tiene dos entradas y la más directa nos obliga a pasar por enfrente al de los López. Cuando le dieron la prisión domiciliaria al coronel, fui al campo y vi a un hombre que levantó la mano y me saludó. Estoy segura de que era él”, recuerda Norma, quien también se cruzó en misa durante un verano en Punta del Este con la esposa del militar.
A Marcela le paso algo parecido: “Estábamos comiendo con unos amigos y lo vi: un hombre igual al coronel. Estaba tan segura que le pedí a mis amigos que le sacaran una foto. Después miré mejor y no era. No sentí miedo, pero sí bronca, mucha bronca”.
Fuente:Clarín
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