En septiembre de 2012, el auditorio Jean-Pierre Miquel de Vincennes, en París, fue testigo de un experimento musical peculiar. Unas trescientas personas, entre músicos, lutieres, ingenieros de sonido y críticos, observaron desde sus butacas la actuación de diez virtuosos del violín llegados de distintos rincones del planeta. La investigadora al frente de esta prueba, la experta en acústica Claudia Fritz, los había invitado a participar en un test a ciegas.